7 Historias reales de viaje contadas por los mismos blogueros
Hola viajeros. Cuando terminamos de preguntar a cada uno por sus vacaciones siempre hay un montón de anecdotas que contar, ¿será esto lo mejor de los viajes?. Lo cierto es que son de esas cosas que no se olvidan ni aunque pasen 20 años, y es que en todos los viajes suele haber muchos momentos divertidos, aunque no lo parezcan en ese momento, luego con el tiempo son recordados con cariño. ¡Aquí van algunas de ellas!

Salta Conmigo (Frontera Siria-Jordania)
Cuando visitamos Siria hace años, nuestra vuelta a Ammán (de donde salía nuestro vuelo de vuelta) la hicimos en un taxi compartido desde Damasco. Ya costó bastante salir del aparcamiento porque no había más pasajeros y los taxis compartidos sólo arrancan cuando están llenos. Después de más de una hora oyendo la misma canción en el coche (nuestro conductor palestino estaba enamorado de ella y, además de cantarla, cuando estaba a punto de acabar pulsaba para que volviera a sonar), llegamos al Duty Free de la frontera. El taxista nos preguntó si bebíamos. Cuando le dijimos que no, nos respondió que sí y nos dio una botella de whisky a cada uno. Nos preguntó después si fumábamos. También le dijimos que no, volvió a decir que sí y nos encasquetó un cartón de tabaco (además de otros cartones que colocó entre los asientos y dentro de las guanteras del coche).
En la frontera con Jordania nos paró la policía. Tuvimos que bajar y abrir las mochilas. Por supuesto, el policía nos preguntó si las botellas de whisky y los cartones de tabaco eran nuestros. Nosotros, con algo de preocupación (habían llegado a meterse debajo del coche para revisar los bajos), respondimos que sí.
No hubo problemas… durante un día fuimos contrabandistas entre Siria y Jordania.

Mundo Turístico (Perú)
Corría el año 2008 y decidí hacer un viaje sola a Perú. Estaba empeñada en darme un capricho y comer marisco, así que me encaminé a un restaurante en Arequipa, dispuesta a pagar mis 25 euros (allí, serían unos 100). Cual fue mi sorpresa que cuando yo esperaba langostinos, nécoras o centollos, aparecieron ante mis ojos calamares, pulpo y otros moluscos que parecían estar poco cocinados o crudos, vaya. Aún cuando ni me gustó la comida, la consecuencia fue una reacción alérgica importante. Lo peor fue mi reacción, pues me eché a dormir (¡¿domir?¡), pero al ver que no pasaba, fui a la recepción del hotel a gatas, llamaron a un médico y éste alivió mi mal. La gracia fueron unos 120 euros (allí unos 400) y ahí sí que sí, uno de los caprichos más caros que me he dado seguramente en mi vida viajera.

Planeta Dunia (Turquía)
Empecé a viajar con agencias de viaje junto a mi hermana hace bastante tiempo. En el viaje a Turquía, el guía se largó con el grupo y nos dejó a mi hermana y a mí, en un puesto de recuerdos junto a la carretera en Capadocia. Estábamos tan absortas regateando por un juego de té que el autocar se fue sin nosotras y el guía no cayó en la cuenta de contar si estábamos todos. Los vendedores se dieron cuenta de que algo pasaba, cuando vieron a dos mujeres desternillándose de risa con la mirada puesta en una nube de polvo que se alejaba. Enseguida vinieron a rescatarnos, nos ofrecieron té y dátiles y nos pusimos a hablar en una especie de bar que tenían montado allí mismo. No había ninguna población al lado, estábamos solas en mitad de la nada, contemplando el paisaje erosionado de las chimeneas de las hadas. Cuando el guía se dio cuenta que no estábamos dio media vuelta con el grupo y vino a buscarnos.
Unos meses más tarde el vendedor con el que estuve absorta regateando, me hizo llegar a casa el juego de té del que me había enamorado, llegaba por correo protegido por unos fantásticos calcetines de lana tejidos a mano. Un inmejorable recuerdo de viaje ¿no os parece?

Turiscurioseando (Nueva Zelanda)
Por muy cobarde que una sea, cuando viajas a un destino como Queenstown (Nueva Zelanda) – que presume de ser la capital mundial de la aventura, nada más y nada menos – te contagias del ambientillo y hasta te envalentonas. Si encima tienes un amigo que es piloto de parapente tándem y te invita a volar por primera vez, y gratis, uno tiene la inconsciencia de decir que sí. Por supuesto, ya en la zona de despegue, al borde del precipicio, mi único pensamiento era “qué c… hago yo aquí, que no me he despedido de nadie, ni he legado mis escasos bienes.” De repente un empujón y ya estaba en el aire. Y sabes qué, fue genial volar en parapente sobre Coronet Peak. Eso sí, no sé si repetiría!

Chavetas (Samoa)
Recuerdo perfectamente el día que llegamos a Samoa. El vuelo llegó a las 2 de la mañana y parecía que echaban jarros de agua a dos manos “los angelitos”. Para este día habíamos hablado casi a ciegas con un tipo que encontramos en internet para tener alojamiento. La primera en la frente, allí no aparecía nadie a buscarnos. Tardamos media hora hasta que por fin alguien nos señalara su coche, ni se había inmutado en salir de él. Pero lo gracioso comenzó cuando llegamos a una zona en medio de la nada, y bajo 4 palos con una lona de plástico había plantada una cama bajo la que era ya una tormenta con rayos y truenos. Allí teníamos que dormir. Ahora nos reímos pero la “técnica de la avestruz” nunca estuvo mejor diseñada (dormir y no pensar en que podía pasar, jaja). A la mañana siguiente la lona estaba a punto de rebosar del agua que tenía y Paula tiraba de mí para salir de la cama y desaparecer, jaja

Los Apuntes del Viajero (China)
Frente a la Ciudad Prohibida de Pekín, recién aterrizados, fuimos “abordados” por dos amables chinas que nos acabaron convenciendo para tomar té con ellas. Nos guiaron por un sospechoso callejón lleno de chinos sospechosos, entramos en un sospechoso local y ocupamos una sospechosa sala privada, donde nos atendió una sospechosa camarera. Todo muy sospechoso, vaya.
Ahí empezó una interminable degustación de tés que intentamos frenar casi desde el principio, cuando caímos en la cuenta de que era uno de los timos de los que ya habíamos sido advertidos. Con la mejor de las sonrisas, y hablando en castellano entre nosotros, decidimos hacer ver que teníamos muy poco dinero encima, algo que les advertimos desde el primer momento. Al llegar la cuenta no nos sorprendió comprobar que teníamos que soltar 70€. Tras mucha negociación, caras de pena y algo de tensión, finalmente conseguimos rebajar el timo a 17€ y salir de allí sanos y salvos. Pasamos algo de miedo y la situación provocó reproches mutuos, pero a la mañana siguiente ya hacíamos bromas con el asunto y los nuevos timadores que se acercaban a nosotros acababan desesperados ante nuestros diálogos absurdos en idiomas inventados.

Els Petits Viatgers (Francia)
Cuando una familia viaja con los niños, ya sabemos que, igual que es una gozada viajar con ellos, también existen esos momentos en que te encuentras con situaciones que no te esperas. Esto es lo que nos pasó en Bretaña yendo a visitar el Mont Saint-Michel (Francia). Íbamos sin alojamientos reservados, vamos, a la aventura con tres niñas de 6 años, así que en el camino vimos una “Ferme-Aubèrge”, es decir una granja en la que alquilaban habitaciones, y decidimos ir a preguntar para pasar la noche.
El señor, muy atento y muy simpático, me recibió y todo fue bien. Volví al coche para que las niñas se bajaran y fuimos andando hacia la parte trasera de la granja; donde estaba la entrada de la casa. ¡Qué sorpresa se llevaron las niñas, y yo, cuando vimos a las sobrinas del señor que tenían 11 años, desplumando un pavo colgando de las patas! Yo miraba a mis niñas, miraba el pavo, a mis niñas y al pavo,… pensando: “ahora se llevarán un buen susto”. Pues no!!! Lo tomaron como si estuvieran mirando unos dibujos animados viendo el animal todo desplumado.
Así que empezaron a hablar con esas niñas sobre cómo habían aprendido a hacerlo, y bla, bla, bla… Como si nada, lo más natural del mundo! Es que los niños no dejan nunca de sorprendernos.
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